lunes, 3 de noviembre de 2008

Competencias en la profesión docente

Marco Teórico

La “competencia” es definida como la “pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo” (DRAE, 2001). Se dice de alguien que es “competente” cuando tiene capacidades para ocuparse de una labor. Por eso es que a diario el hombre se enfrenta a situaciones
que exigen competencia: la vida familiar exige padres competentes, la fábrica
requiere operarios competentes, y en el ámbito de la educación, el término “competencia” adquiere una especial relevancia.

Origen

El uso del término “competencia” en Educación proviene de dos vertientes
diferentes si seguimos a Martín-Barbero (2003).
Por un lado, ingresa a trevés de los estudios cognitivistas, concretamente los que realizó Noam Chomsky en lingüística y uso de la lengua en la década del 70. La teoría de la gramática generativa se sustenta en Saussure quien divide analíticamente el idioma en lengua y habla. Mientras Saussure estudia únicamente
el sistema de signos (lengua), Chomsky propone una lingüística del habla. Simplificamente, podría decirse que Chomsky divide el habla entre competencia, “la capacidad que desde muy pequeños tienen los humanos de entender frases nuevas y de producir mensajes nuevos” y performance, “la actuación, la realización de esa capacidad, entendiendo y produciendo mensajes nuevos” (en Barbero, 2003). De ahí
que el concepto de competencia entra al campo de la comunicación, los estudios posteriores se centrarán en dilucidar el origen y la esencia de la competencia comunicativa del hombre.
Por otro lado, el mundo empresarial estaba viviendo un proceso de reingeniería que involucraba "las destrezas del saber-hacer con la capacidad empresarial de competir, esto es, de ganarle a los otros competidores en la capacidad de producir rentabilidad" (Barbero, 2003). De hecho, es éste sentido el que se nos viene primeramente cuando hablamos de un individuo competente. Además,
es innegable que la competencia de alguien es evidenciada en la elaboración de un producto, tal cual la competencia linguística Chomskyana sólo se aprecia a través
de la performance o las realizaciones concretas de individuos.
La Educación se ha visto influenciada por ambas corrientes. Como se ve reflejada en los currículos o programas, al mismo tiempo que se ha puesto énfasis
en el aspecto de desarrollo cognitivo, las “habilidades” por sobre el “conocimiento”, también se hace incapié en los resultados, en la formación de estudiantes capaces, útiles y productivos a la sociedad, rentables para el desarrollo el país.

Problemas

Debido a que “competencia”es un concepto utilizado en diversos campos y tiene diferentes usos, se presta para ambiguedad. De modo que un primer problema para el enfoque de competencias en educación, es definir qué es competencia.
Algunos como Yolanda Argudín parecen tener zanjado el tema: “las competencias son un conjunto de conocimientos, habilidades y valores que
convergen y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz” (Argudín, s.f.). En otras palabras, Argudín plantea que un alumno está construyendo competencias
en sí mismo en la medida que logre los objetivos de manera eficiente, y agrega
“que obtenga el efecto deseado en el tiempo estipulado y utilizando los mejores métodos y recursos para su realización”. Pero esta claridad no nos parece tal. Definir competencia como un “conjunto” de “p, q y r” exige explicar qué son p, q
y r, cómo interactúa entre sí. Además, Argudín dice que las competencias implican una dimesión valórica, pero siguiendo con su explicación de que estas “convergen
y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz”, podemos imaginar un escenario en que dos alumnos trabajen durante semanas para efectuar una
“disertación eficiente” pero por motivos diferentes: Juan está interesado en el
tema porque le gusta y quiere compartirlo con sus compañeros. Pedro, por otra
parte, necesita una buena calificación para no dar examen a fin de año. ¿Qué
tienen que ver los valores con la eficacia? ¿Conseguir el objetivo por motivos incorrectos significa ser incompetente? Quizá estas preguntas nos lleven a un
plano más filosófico en la discusión, pero evidencian que el concepto de
competencia es amplio.
Con más frecuencia, los autores se refieren a las competencias como conceptos ambiguos. Martiniano Román Pérez señala: “Lamentablemente, competencia
es un concepto confuso, equívoco, multifacético y “de alto riesgo” en educación. Antes de aplicarlo, es necesario definirlo” (Pérez, 2005). Por eso es valiosa la reflexión que hace Carlos Barriga Hernández sobre el concepto. Él dice que “competencia en tanto aptitud es un tipo de capacidad humana. Un tipo de
capacidad consistente en hacer algo, para producir algo tangible. En la
competencia algo viene a la existencia y se evidencia en una obra” (Barriga, 2004). Desde su punto de vista, no son competencias el conocer o valorar algo. Así
“valorar la importancia de los dientes” o “identificar incisivos, caninos y
molares” no son aptitudes que impliquen un hacer como en el caso de “extraer la muela a un paciente”. En este punto notamos una profunda diferencia con lo que plantea Argudín, si bien más adelante, Barriga apunta a la importancia del
conocer y valorar al desarrollar competencias.
Otros puntos que añaden claridad al concepto son 1) la producción de
la obra implica un conjunto organizado de procedimientos conocido como técnica. Cognitivamente, es lo que se denomina, “saber hacer”. 2) la competencia implica excelencia, un hacer bien. Barriga pone el ejemplo de un carpitero que entrega un mueble mal terminado. Obviamente, no lo consideramos competente como carpintero.
3) la dicotomía entre competencia potencial y actual, tomada desde Aristóteles. Barriga dice: “En sentido potencial la competencia es el saber las reglas para
hacer algo sin llegar al hacer mismo [...] En sentido actual la competencia es el hacer mismo, la ejecución y desarrollo de la acción que lleva a producir lo que
se quiere” (Barriga, 2004). y 4) quizá uno de los más interesantes, es lo que el autor denomina saber experiencial, que se obtiene a partir de la ejercitación, la repetición. Como el mismo explica es:

“un saber personal porque la experiencia de uno no es la misma de la de otro. Así mismo es un saber inconsciente, que funciona de un modo implícito al punto que ni
la misma persona que lo posee puede explicitarlo. Por esta razón no puede
enseñarse a otro pero sí puede aprenderse por imitación, en contacto directo con
el maestro” (Barriga, 2004).

Barriga ejemplifica con la práctica profesional que se realiza en los currículos universitarios, donde el alumno aprende por experiencia, por estar en el entorno vivenciando las actividades.

Como apreciamos, el concepto de competencia es complejo y profundo. Y
aunque se ha clarificado su significación, ahora aparece un segundo problema consistente en establecer cuáles son las competencias necesarias en la sociedad actual. Nuevas estructuras sociales, valores familiares, formas de trabajo y ocio, avance del conocimiento y la tecnología, problemas y desafíos globales, etc. conlleva a que los seres humanos desarrollen nuevas destrezas, nuevas
competencias. Por tanto, será fundamental para los sistemas educativos
identificar esas competencias y transmitirlas a la sociedad para una mejor adaptación al cambio. Más adelante se hablará de las competencias de la profesión docente.

Un tercer aspecto que se debe tomar en cuenta es si se está hablando de
las competencias de los profesores o de los alumnos. El escenario más adverso
sería que un profesor no conoce el trabajo por competencias porque no fue formado así y por tanto efectúa sus clases con un marcado énfasis en el conocimiento. El único modo de enseñar que conoce es la clase expositiva y el único modo de
evaluar, el examen con preguntas de opción múltiple. En ese caso ni el profesor
ni los alumnos conocen la idea de competencias. Esto no significa que no tengna ninguna competencia, puesto que las vivencias en el mismo colegio, el compartir
con sus compañeros, los medios de comunicación, las experiencias en su hogar, etc. también ayudan a crear competencias de un modo “inconciente” (según deducimos a partir de Barriga). Lo mismo vale para el profesor. Ahora bien, la educación por competencias requiere necesariamente que los profesores sean formados (posean) un abanico de competencias para transmitir a sus alumnos. Una competencia básica
sería saber cómo desarrollar competencias en otros. Pero esta competencia no la necesitan los alumnos. De modo que se esperaría, que el profesor tuviera, además
de las competencias que un alumno necesita en el día de hoy, otras relacionadas
con su labor docente. No sería provechoso que un profesor tuviera desarrollada la competencia relacionada con la expresión en público, pero que no supiera cómo transmitirla a sus alumnos.

Cómo último aspecto, podemos mencionar el desafío de implantarlo en un sistema educativo. Una vez establecidas las competencias que un profesor debe
poseer para desempeñar su profesión se necesita que las universiades utilicen programas que formen a los docentes de esa manera. Se necesitan formas de
enseñanza y métodos de evaluación de competencias. Al respecto, el documento La profesión docente en América Latina y las competencias profesionales señala que:
Aunque no se puede desconoce que el desarrollo de competencias puede traer
consigo nuevas dificultades o retos para los que habrá que generar espacios de reflexión crítica y nuevos marcos conceptuales y metodológicos, al menos se
atenderá uno de los desafíos fundamentales de la formación docente: la
articulación entre la formación de docentes y los requerimientos de la práctica profesional concreta. (s.a., 2004)

Do modo que la práctica docente surge como uno de los momentos decisivos para la formación de profesionales competentes. Quizá sea este aspecto al que debe darse mayor énfasis si se quiere mejorar la educación de cualquier país. Ávalos (2002)
nos informa de los buenos resultados de varios proyectos “de sistema de formación práctica de los alumnos” en los que se trabajó “a partir de un concepto de aprendizaje docente “situado” o focalizado en contextos de trabajo propios de la labor docente”.

Ventajas

Si situamos en su debido lugar los problemas relacionados con la educación por competencias mencionados anteriormente, veremos que hay muchas ventajas en educar
de esta manera.
El mundo ha sufrido profundas transformaciones. Vivimos en lo que se denomina sociedad de la información, la sucesora de la sociedad industrial. Las
TICs (tecnologías de la información y la comunicación) se han incoporado en todos los procesos productivos y han acelerado la globalización, proceso que comienza
con la integración de las economías nacionales pero que afecta la sociedad y la cultura igualmente. En este contexto, Yolanda Argudín comenta que “Hoy el conocimiento se renueva cada cinco años y en ese lapso se genera más información
que en todos los cientos de años previos; esta transformación conduce a que la educación se plantee de manera diferente” (Argudín, s.f.). Diferente, porque ya
no pueden usarse los métodos memorísticos de antaño. Ya no es útil sólo conocer datos y aprender contenidos. Hoy se necesitan habilidades para manejar la enorme cantidad de información accesible fácilmente. El desarrollo de competencias se vuelve esencial para desenvolverse normalmente en el mundo de hoy.
Esto implica una necesaria vinculación entre teoría y práctica, porque
como dice la misma autora:

La educación basada en competencias se refiere a una experiencia eminentemente práctica, que necesariamente se enlaza a los conocimientos para lograr un fin: el desempeño. En otras palabras, la teoría y la experiencia práctica se vinculan utilizando la teoría para aplicar el conocimiento ala construcción o desempeño
de algo (Argudín, s.f.).

No hay comentarios: