jueves, 20 de noviembre de 2008

Profesión Docente

Introducción

Cada día nos vemos enfrentados como sociedad a
exigencias de variada índole; todos los oficios
y actividades nos exigen una preparación adecuada
para lograr ser productivos y producir con
calidad y esto especialmente en educación pues
desde la perspectiva que lo analicemos notamos se
califica como fundamental. Por ejemplo si una
persona tiene una visión empresarial y quiere
que su negocio cunda y sea productivo, debe tener
personal capacitado para hacerlo, gente adecuada
y educada que sea capaz de trabajar en equipo, de
aportar ideas y que esté dispuesta a aprender.
Desde otro punto de vista, por ejemplo una
persona normal, a través de la educación, va a
llegar a ser lo que desee y en cuanto mejor se
eduque, y en cuanto reciba más calidad de
enseñanza, mejor profesional será, siempre y
cuando reciba una educación integral.
Es por esto necesaria la educación, ya que de un
u otro modo aporta a la sociedad y contribuye a
mejorarla. Pero he aquí un punto crucial: para
que se logre esto la educación entregada debe ser
de calidad, entregada de forma equitativa y con
la intención de producir en el educado un cambio
y un aprendizaje a largo plazo. Es aquí donde se
debe trabajar arduamente, ya que lamentablemente
en la realidad educativa de gran parte de las
aulas esto no ocurre.
Los docentes han olvidado su función en la
sociedad, se han olvidado de que ellos son
imprescindibles en la entrega de la educación y
las personas. Los docentes han olvidado que de su
desempeño dependen muchos niños, muchas mentes en
formación que están esperando aprender y que
están capacitadas para adquirir conocimientos que
sean relevantes para ellos o que bien deban
aprender porque les será útil en la vida.
Cabe mencionar también el impacto de las
tecnologías de la información y comunicación, el
surgimiento de nuevos agentes formadores fuera de
la familia y la escuela, la irrupción de
múltiples identidades adolescentes conforman un
conjunto heterogéneo de problemas y situaciones
que han descolocado a los educadores. Mientras
muchos se sienten abatidos por el panorama, otros
hacen frente a la situación con una nueva actitud.
Afortunadamente, cada vez son más los docentes,
investigadores y funcionarios que dejan a un lado
inútiles certezas y asumen una posición desde la
cual observa, preguntan, imaginan y actúan.
Por muchas razones la educación está desgastada
en Chile, sedienta de vocación, de ganas de
avanzar, de aportar, de retomar el lugar que se
merece y nosotras como futuras profesoras debemos
entregar lo mejor para mejorar, tanto las vidas
de muchas personas como también la sociedad en
sí y abrirle el mundo de oportunidades que la
educación trae consigo.
Nuestro trabajo se basará en las dificultades que
enfrentan los docentes en la actualidad y las
dificultades que enfrentaríamos nosotras como
futuras profesoras de inglés para entregar
calidad, trabajar con equidad, desarrollar
competencias en nuestros alumnos todo esto sin
olvidarnos de nuestro marco regulador que es el
marco para la buena enseñanza.

Identificación del problema
Antes que cualquier otra cosa debemos analizar
en profundidad lo que significa ‘educación’. Aun
cuando el concepto ya lo conocemos es de vital
importancia mencionarlo cuantas veces sea
necesaria en la aventura que significa llevar a
la práctica su implicancia.
Se conocen múltiples definiciones para
‘educación’ y todas ellas en cierto grado aportan
a lo que en la práctica esta es. Se dice por
ejemplo, que es la presentación sistemática de
hechos, ideas, habilidades y técnicas a los
estudiantes o es definida, además, como el
proceso de socialización formal de los individuos
de una sociedad. Sin embargo, una de las más
acertadas, con respecto a los aspectos que vamos
a analizar, es la que dio uno de los más grandes
pensadores; Aristóteles, el dijo: “La educación
consiste en dirigir los sentimientos de placer
y dolor hacia el orden ético”. Puede que veamos
estas palabras de manera muy simple, pero en su
interior contiene una gran gama de diversos
aspectos que encierra la educación. Por ejemplo,
el hecho de que mencione los sentimientos dentro
de su definición, indica ya que el proceso es un
tanto complejo, donde no solo encierra un
traspaso de conocimientos sino también un
involucrarse emocionalmente (o más allá,
sentimentalmente) con la tarea de impartir
aprendizajes. Se habla aquí de cumplir a
cabalidad el objetivo planteado, es decir,
formar seres integrales capaces de trabajar y
armonizar sus dos grandes facultades naturales
como son el sentir y el pensar.
Por lo tanto, al analizar la ide planteada por
Aristóteles nos damos cuenta que esta tiene
estrecha relación con los conceptos de ‘Calidad’,
‘Equidad’, ‘Competencias’ y también con el
‘Marco para la Buena Enseñanza’; aspectos que
por cierto debe poseer la educación, de hecho
teóricamente los mantiene dentro de su
estructura, sin embargo, dista de lo que es la
realidad, lamentablemente.
Veamos cada uno por separado para luego
unirlos en su trabajo práctico, donde uno sin el
otro no podría estar, y ligarlo al concepto que
tenemos de educación, viendo además las
semejanzas y discordias que se presentan en la
práctica de la profesión.
Calidad
Como una definición general de calidad
encontramos que es aquella que dice que aquel
producto o servicio que adquiramos o prestemos
satisfaga nuestras expectativas (o de quienes
la reciban) sobradamente. Ahora, aplicando esto
al ámbito educacional cuando pensamos en
calidad debemos llevar de inmediato nuestra
mente al hecho de evaluar el proceso de
educación en un quehacer diario donde se
entregan armas suficientes para competir en una
igualdad de condiciones con otros involucrados
en la misma finalidad. Al llegar a este punto,
es necesario considerar tres aspectos con
respecto a esto: primero, la capacidad del
alumno, quien juega un papel fundamental en el
aprendizaje y eso no esta en cuestionamiento;
segundo, la capacidad del educador, quien es el
mediador entre el aprendizaje y su destinatario
y finalmente, y no de menos importancia, la
capacidad de la institución, donde se encuentra
albergado un tema estructural y por lo tanto
complejo.

Equidad
Esta palabra tiene una connotación de
justicia e igualdad social, además se piensa,
dentro de su definición en una valoración de la
individualidad que claramente al llevarla al
plano educacional pensamos en una forma de
impartir aprendizajes de manera que no se hagan
diferencias de ningún tipo, claro esta hasta el
momento estamos viendo lo que es la definición
ideal, pues bien sabemos que ninguna de estas
cualidades que deberían estar en la educación se
presentan a la perfección tanto en Chile como
así tampoco en cualquier otro país alrededor del
mundo.


Competencias
Este concepto, previamente analizado,
que se presta para ambigüedad. Sin embargo
tomaremos la definición de Yolanda Argudín quien
dice de competencia: “son un conjunto de
conocimientos, habilidades y valores que
convergen y permiten llevar a cabo un desempeño
de manera eficaz” (Argudín, s.f) Siendo este
tema un aspecto fundamental que sin lugar a
dudas debe estar presente dentro del proceso
educativo y en la práctica diaria de la
profesión.

Marco para la Buena Enseñanza
El marco para la buena enseñanza
planteaba en resumidas cuentas, las técnicas con
las que un docente podía desarrollarse de tal
manera que estuviera comprometido con su
profesión y lo demostrara. Se hablaba de cuatro
específicos dominios: preparación de la
enseñanza, con el objetivo de manejar un
conocimiento general de lo que se desea
transmitir y de esa forma saber como desde que
punto de vista involucrar al alumno, creación de
un ambiente propicio, enseñanza para el
aprendizaje de todos los estudiantes y las
responsabilidades profesionales. Dichos dominios
trabajan en conjunto a fin de mejorar, o
intentar, la educación.
Sin viene cierto, fueron analizados por
separados, dentro del concepto que nosotros
manejamos de educación, donde el objetivo es la
integración, cabe la posibilidad de
visualizarlos fragmentadamente. Cada uno va de
la mano y en estrecha relación con el otro, por
ejemplo cuando hablamos de calidad nos referimos
a un concepto, dentro de la educación, que debe
considerar la equidad pues ¿cómo se puede hablar
de una educación de calidad, lo que incluye
formar seres integrales para el crecimiento de
la entera sociedad, si hacemos diferencias
socio-económicas o en resumidas cuentas no se
practica la equidad? A su vez, la calidad y
equidad están dentro de las competencias que un
docente debe manifestar y demostrar de acuerdo a
lo planteado en el marco para la buena enseñanza.
Esto en términos teóricos. ¿Qué pasa,
entonces, con la práctica? El previo examen de
los conceptos no llevo a darnos cuenta de
ciertas falencias. Como se decía, en teoría todo
marcha a la perfección, sin embargo, al echar un
vistazo a la realidad nos damos cuenta de que
hay ciertos desacuerdos y discordias entre
aspectos que deberían armonizar.
Por tanto, veremos en más profundidad
especialmente una de estas ‘grietas’: la
disociación que hay entre razón y emoción. En
nuestra visita al Liceo Comercial Andrés Bello y
Colegio Amanecer (ambos de Coronel) pudimos
notar que los profesores en su afán por
conseguir buenos resultados en términos
matemáticos han dejado de lado un poco lo que es
‘atacar’ los sentimientos del alumno para que
este logre comprender lo necesario que es el
preocuparse de su enseñanza pensando en lo que
esta significara en su futuro, tanto profesional
como en lo que a calidad humana respecta.

Propuesta de Solución
Este problema encierra, realmente, un
tema complejo. De hecho lo que hace al humano un
ser especial o superior es su capacidad de
sentir emociones, tener conciencia de que tiene
sentimientos y de que necesita ser válido o
aceptado por la sociedad que lo rodea.
Como bien lo dice un refrán: “la calidad
empieza por casa”, es decir, cuando queremos que
nuestra educación sea de calidad debemos
comenzar por la base, que es la familia. Aquí
también debemos aplicar el concepto de equidad
pues no todos los casos son iguales, los
contextos son diferentes y nos enfrentamos a
personalidades distintas, sin embargo y
favorablemente, somos seres creados para vivir
en sociedad y en consecuencia, tenemos la
capacidad o la habilidad innata de empatizar y
ceder en ciertos casos para crear así
armónicamente un grupo que se desarrolle en
conjunto y sea capaz de hacerlo integralmente.
Claramente no vamos a lograr solucionar
este problema a cabalidad pues es parte de la
estructura de un país, donde desde un principio
no se tomo adecuadamente las riendas de la
educación para que esta fluyera hasta llegar a
su más pura expresión, sin embargo, como futuras
docentes deseamos plantear nuestras ideas de
innovación a la manera de transmitir
aprendizajes. Pensamos, por ejemplo, en
capacitaciones para los alumnos, en primera
instancia, para que ellos logren unificar su
visión de educación (transmitir conocimientos
rígidamente estructurados y evaluados por un
sistema arcaico de medición intelectual) con la
que realmente es, la que encierra una unidad
entre la razón y las emociones. Pero para que el
alumno capte de forma adecuada cada conocimiento
que el profesor trata de transmitir, es
necesario que además de prestar la orientación
necesaria que el alumno requiere, se debe
incluir a los padres en esta determinación,
debido a que como decíamos: ‘la calidad empieza
por casa’.
El hogar es el mayor constituyente de la
educación, en algunos casos donde la familia
proviene de clase social baja existe un
estigmatización donde el alumno piensa que por
el solo hecho de pertenecer a esta sociedad en
este nivel, está imposibilitado de tener una
educación igual o superior a la de las demás
personas y la de sus compañeros, y en la mayoría
de los casos en donde el alumno no presta
atención sucede por este motivo. Creo que la
desmotivación proviene principalmente de la casa,
pero nuestra tarea de futuras educadoras nos
indica que debemos cambiar esta percepción en el
alumnado en general, debemos integrar prácticas
elocuentes para que el alumnado elimine de raíz
su forma equívoca de desenvolverse en clases y
comience con un cambio notorio en la que
disfrute al adquirir conocimientos, poder
eliminar esa estigmatización que equivocadamente
le da la sociedad y ellos mismos.
Debemos incluir un plan donde padres y alumnos
participen en el desarrollo de la educación de
sus hijos, que sean los mismos padres quienes
planteen alguna medida que deba tomarse, y que
no se sientan excluidos del tema, que a ellos
también les concierne y no es solo trabajo de
los profesores “corregir” a sus hijos. Como
ocurre en la mayoría de los establecimientos
municipales, que los padres por el solo hecho de
que la escuela o liceo sea municipal se
despreocupan de lo que ocurre en el aula de
clases y sienten que no es deber de ellos
inspeccionar la manera en que sus hijos se están
educando. Sin saber que ese es uno de los
errores más graves que suelen cometer, pero al
momento en que se le notifica que su hijo por
ABC motivo no está rindiendo como debe ser, la
primera medida que toman es en contra del
profesor. Es por esto necesario y recalcar
nuevamente que debe existir un plan donde
profesor, alumnos y padres puedan aportar ideas
para la mejora de la educación que se está
entregando, no se debe excluir a nadie, incluso
es el Establecimiento mismo el que debe estar
comprometido con el arduo trabajo que esto
significa.

Bien sabemos que armonizar la razón y la
emoción en la educación es difícil, pero aún así
no es imposible. Querer es poder, y nuestra
postura, nuestra fe definiéndola como ‘la
expectación segura de las cosas que se esperan,
la demostración evidente de realidades aunque
no se contemplen” (Hebreos 11:1, Traducción del
Nuevo Mundo de las Santas Escrituras),
demostrará que es posible mejorar, aunque sea
en ciertos aspectos, la educación. Por ese
norte estamos trabajando y trabajaremos hasta
conseguirlo.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Competencias en la profesión docente

Marco Teórico

La “competencia” es definida como la “pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo” (DRAE, 2001). Se dice de alguien que es “competente” cuando tiene capacidades para ocuparse de una labor. Por eso es que a diario el hombre se enfrenta a situaciones
que exigen competencia: la vida familiar exige padres competentes, la fábrica
requiere operarios competentes, y en el ámbito de la educación, el término “competencia” adquiere una especial relevancia.

Origen

El uso del término “competencia” en Educación proviene de dos vertientes
diferentes si seguimos a Martín-Barbero (2003).
Por un lado, ingresa a trevés de los estudios cognitivistas, concretamente los que realizó Noam Chomsky en lingüística y uso de la lengua en la década del 70. La teoría de la gramática generativa se sustenta en Saussure quien divide analíticamente el idioma en lengua y habla. Mientras Saussure estudia únicamente
el sistema de signos (lengua), Chomsky propone una lingüística del habla. Simplificamente, podría decirse que Chomsky divide el habla entre competencia, “la capacidad que desde muy pequeños tienen los humanos de entender frases nuevas y de producir mensajes nuevos” y performance, “la actuación, la realización de esa capacidad, entendiendo y produciendo mensajes nuevos” (en Barbero, 2003). De ahí
que el concepto de competencia entra al campo de la comunicación, los estudios posteriores se centrarán en dilucidar el origen y la esencia de la competencia comunicativa del hombre.
Por otro lado, el mundo empresarial estaba viviendo un proceso de reingeniería que involucraba "las destrezas del saber-hacer con la capacidad empresarial de competir, esto es, de ganarle a los otros competidores en la capacidad de producir rentabilidad" (Barbero, 2003). De hecho, es éste sentido el que se nos viene primeramente cuando hablamos de un individuo competente. Además,
es innegable que la competencia de alguien es evidenciada en la elaboración de un producto, tal cual la competencia linguística Chomskyana sólo se aprecia a través
de la performance o las realizaciones concretas de individuos.
La Educación se ha visto influenciada por ambas corrientes. Como se ve reflejada en los currículos o programas, al mismo tiempo que se ha puesto énfasis
en el aspecto de desarrollo cognitivo, las “habilidades” por sobre el “conocimiento”, también se hace incapié en los resultados, en la formación de estudiantes capaces, útiles y productivos a la sociedad, rentables para el desarrollo el país.

Problemas

Debido a que “competencia”es un concepto utilizado en diversos campos y tiene diferentes usos, se presta para ambiguedad. De modo que un primer problema para el enfoque de competencias en educación, es definir qué es competencia.
Algunos como Yolanda Argudín parecen tener zanjado el tema: “las competencias son un conjunto de conocimientos, habilidades y valores que
convergen y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz” (Argudín, s.f.). En otras palabras, Argudín plantea que un alumno está construyendo competencias
en sí mismo en la medida que logre los objetivos de manera eficiente, y agrega
“que obtenga el efecto deseado en el tiempo estipulado y utilizando los mejores métodos y recursos para su realización”. Pero esta claridad no nos parece tal. Definir competencia como un “conjunto” de “p, q y r” exige explicar qué son p, q
y r, cómo interactúa entre sí. Además, Argudín dice que las competencias implican una dimesión valórica, pero siguiendo con su explicación de que estas “convergen
y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz”, podemos imaginar un escenario en que dos alumnos trabajen durante semanas para efectuar una
“disertación eficiente” pero por motivos diferentes: Juan está interesado en el
tema porque le gusta y quiere compartirlo con sus compañeros. Pedro, por otra
parte, necesita una buena calificación para no dar examen a fin de año. ¿Qué
tienen que ver los valores con la eficacia? ¿Conseguir el objetivo por motivos incorrectos significa ser incompetente? Quizá estas preguntas nos lleven a un
plano más filosófico en la discusión, pero evidencian que el concepto de
competencia es amplio.
Con más frecuencia, los autores se refieren a las competencias como conceptos ambiguos. Martiniano Román Pérez señala: “Lamentablemente, competencia
es un concepto confuso, equívoco, multifacético y “de alto riesgo” en educación. Antes de aplicarlo, es necesario definirlo” (Pérez, 2005). Por eso es valiosa la reflexión que hace Carlos Barriga Hernández sobre el concepto. Él dice que “competencia en tanto aptitud es un tipo de capacidad humana. Un tipo de
capacidad consistente en hacer algo, para producir algo tangible. En la
competencia algo viene a la existencia y se evidencia en una obra” (Barriga, 2004). Desde su punto de vista, no son competencias el conocer o valorar algo. Así
“valorar la importancia de los dientes” o “identificar incisivos, caninos y
molares” no son aptitudes que impliquen un hacer como en el caso de “extraer la muela a un paciente”. En este punto notamos una profunda diferencia con lo que plantea Argudín, si bien más adelante, Barriga apunta a la importancia del
conocer y valorar al desarrollar competencias.
Otros puntos que añaden claridad al concepto son 1) la producción de
la obra implica un conjunto organizado de procedimientos conocido como técnica. Cognitivamente, es lo que se denomina, “saber hacer”. 2) la competencia implica excelencia, un hacer bien. Barriga pone el ejemplo de un carpitero que entrega un mueble mal terminado. Obviamente, no lo consideramos competente como carpintero.
3) la dicotomía entre competencia potencial y actual, tomada desde Aristóteles. Barriga dice: “En sentido potencial la competencia es el saber las reglas para
hacer algo sin llegar al hacer mismo [...] En sentido actual la competencia es el hacer mismo, la ejecución y desarrollo de la acción que lleva a producir lo que
se quiere” (Barriga, 2004). y 4) quizá uno de los más interesantes, es lo que el autor denomina saber experiencial, que se obtiene a partir de la ejercitación, la repetición. Como el mismo explica es:

“un saber personal porque la experiencia de uno no es la misma de la de otro. Así mismo es un saber inconsciente, que funciona de un modo implícito al punto que ni
la misma persona que lo posee puede explicitarlo. Por esta razón no puede
enseñarse a otro pero sí puede aprenderse por imitación, en contacto directo con
el maestro” (Barriga, 2004).

Barriga ejemplifica con la práctica profesional que se realiza en los currículos universitarios, donde el alumno aprende por experiencia, por estar en el entorno vivenciando las actividades.

Como apreciamos, el concepto de competencia es complejo y profundo. Y
aunque se ha clarificado su significación, ahora aparece un segundo problema consistente en establecer cuáles son las competencias necesarias en la sociedad actual. Nuevas estructuras sociales, valores familiares, formas de trabajo y ocio, avance del conocimiento y la tecnología, problemas y desafíos globales, etc. conlleva a que los seres humanos desarrollen nuevas destrezas, nuevas
competencias. Por tanto, será fundamental para los sistemas educativos
identificar esas competencias y transmitirlas a la sociedad para una mejor adaptación al cambio. Más adelante se hablará de las competencias de la profesión docente.

Un tercer aspecto que se debe tomar en cuenta es si se está hablando de
las competencias de los profesores o de los alumnos. El escenario más adverso
sería que un profesor no conoce el trabajo por competencias porque no fue formado así y por tanto efectúa sus clases con un marcado énfasis en el conocimiento. El único modo de enseñar que conoce es la clase expositiva y el único modo de
evaluar, el examen con preguntas de opción múltiple. En ese caso ni el profesor
ni los alumnos conocen la idea de competencias. Esto no significa que no tengna ninguna competencia, puesto que las vivencias en el mismo colegio, el compartir
con sus compañeros, los medios de comunicación, las experiencias en su hogar, etc. también ayudan a crear competencias de un modo “inconciente” (según deducimos a partir de Barriga). Lo mismo vale para el profesor. Ahora bien, la educación por competencias requiere necesariamente que los profesores sean formados (posean) un abanico de competencias para transmitir a sus alumnos. Una competencia básica
sería saber cómo desarrollar competencias en otros. Pero esta competencia no la necesitan los alumnos. De modo que se esperaría, que el profesor tuviera, además
de las competencias que un alumno necesita en el día de hoy, otras relacionadas
con su labor docente. No sería provechoso que un profesor tuviera desarrollada la competencia relacionada con la expresión en público, pero que no supiera cómo transmitirla a sus alumnos.

Cómo último aspecto, podemos mencionar el desafío de implantarlo en un sistema educativo. Una vez establecidas las competencias que un profesor debe
poseer para desempeñar su profesión se necesita que las universiades utilicen programas que formen a los docentes de esa manera. Se necesitan formas de
enseñanza y métodos de evaluación de competencias. Al respecto, el documento La profesión docente en América Latina y las competencias profesionales señala que:
Aunque no se puede desconoce que el desarrollo de competencias puede traer
consigo nuevas dificultades o retos para los que habrá que generar espacios de reflexión crítica y nuevos marcos conceptuales y metodológicos, al menos se
atenderá uno de los desafíos fundamentales de la formación docente: la
articulación entre la formación de docentes y los requerimientos de la práctica profesional concreta. (s.a., 2004)

Do modo que la práctica docente surge como uno de los momentos decisivos para la formación de profesionales competentes. Quizá sea este aspecto al que debe darse mayor énfasis si se quiere mejorar la educación de cualquier país. Ávalos (2002)
nos informa de los buenos resultados de varios proyectos “de sistema de formación práctica de los alumnos” en los que se trabajó “a partir de un concepto de aprendizaje docente “situado” o focalizado en contextos de trabajo propios de la labor docente”.

Ventajas

Si situamos en su debido lugar los problemas relacionados con la educación por competencias mencionados anteriormente, veremos que hay muchas ventajas en educar
de esta manera.
El mundo ha sufrido profundas transformaciones. Vivimos en lo que se denomina sociedad de la información, la sucesora de la sociedad industrial. Las
TICs (tecnologías de la información y la comunicación) se han incoporado en todos los procesos productivos y han acelerado la globalización, proceso que comienza
con la integración de las economías nacionales pero que afecta la sociedad y la cultura igualmente. En este contexto, Yolanda Argudín comenta que “Hoy el conocimiento se renueva cada cinco años y en ese lapso se genera más información
que en todos los cientos de años previos; esta transformación conduce a que la educación se plantee de manera diferente” (Argudín, s.f.). Diferente, porque ya
no pueden usarse los métodos memorísticos de antaño. Ya no es útil sólo conocer datos y aprender contenidos. Hoy se necesitan habilidades para manejar la enorme cantidad de información accesible fácilmente. El desarrollo de competencias se vuelve esencial para desenvolverse normalmente en el mundo de hoy.
Esto implica una necesaria vinculación entre teoría y práctica, porque
como dice la misma autora:

La educación basada en competencias se refiere a una experiencia eminentemente práctica, que necesariamente se enlaza a los conocimientos para lograr un fin: el desempeño. En otras palabras, la teoría y la experiencia práctica se vinculan utilizando la teoría para aplicar el conocimiento ala construcción o desempeño
de algo (Argudín, s.f.).